A diferencia de otras actividades de resistencia sostenida, que son menos vigorosas y duran más, las carreras explosivas requieren un esfuerzo total en un corto periodo, generalmente de 10 a 30 segundos, lo que aumenta el consumo de oxígeno post-ejercicio, elevando el metabolismo durante horas, incluso después de haber dejado de entrenar.
No son adecuados para personas con problemas articulares o cardiovasculares, tampoco para quienes llevan mucho tiempo sin entrenar.
Para principiantes o personas con limitaciones, recomienda el entrenador comenzar con intervalos de menor intensidad o ejercicios de alta intensidad sin impacto y adaptados a sus características personales.
En días de cardio: Utilizar los sprints como la única forma de cardio en días en los que no trabajes la fuerza.
Comenzar progresivamente: Especialmente si no estás acostumbrado a este nivel de intensidad, con sesiones de 10-15 segundos de sprint seguidas de 30-45 segundos de descanso.
Este enfoque progresivo reduce el riesgo de lesiones y permite al cuerpo adaptarse a la demanda física.
Es por ello que vemos velocistas, de 100 o 200 metros lisos, con cuerpos muy musculados, mientras que los deportistas de media-larga distancia, como 10K o maratón, apenas tienen masa muscular.
El EPOC es un proceso que necesita de mucha energía: el cuerpo utiliza las reservas de grasa para favorecer la recuperación debido al elevado nivel de exigencia al que ha sido sometido.
Se trata, además, de un tipo de entrenamiento que favorece un entorno anabólico de manera natural, lo que facilitará el desarrollo de masa muscular.
La quema de grasa no solo ocurre durante el ejercicio, sino también después, de manera prolongada.
El ejercicio aeróbico de larga duración tiende a ser catabólico, es decir, promueve la destrucción de masa muscular debido a un incremento de hormonas como el cortisol mientras lo estamos realizando.