1 Comprender en qué consisten.
Un sprint es una versión mucho más dinámica de la carrera, más explosiva, por lo que para mejorarlo se debe trabajar en la aceleración.
El calentamiento no solo ayuda a reducir el riesgo de lesión, también prepara al cuerpo para correr más rápido.
La recomendación es calentar entre 5 y 10 minutos, incluyendo ejercicios para trabajar las caderas, los cuádriceps, los isquiotibiales y la espalda.
Para mejorar los sprints lo ideal es mantener el torso en posición vertical, los hombros relajados y alejados de las orejas.
Una buena forma de lograr la postura correcta es incorporando a los entrenamientos semanales ejercicios de fortalecimiento del core.
Correr de forma circular.
Se recomienda mover los pies con movimientos circulares, elevando los muslos hasta que estén paralelos y moviendo las rodillas hacia arriba y hacia abajo.
Se debe aterrizar en la parte delantera del pie, concentrándose en empujar desde los dedos de los pies para impulsarse hacia adelante y mantener los pies flexionados hacia arriba, hacia las espinillas.
Mantener sostenidos los brazos en una posición doblada a 90 grados y mover los codos hacia atrás para crear impulso.
Las zancadas largas son pérdidas de energía, lo mejor es centrarse en la velocidad de la cadencia en lugar de la distancia a medida que se corre.
A medida que se empuja desde el antepié y los dedos de los pies, se deben levantar los talones hacia los glúteos.
Se debe sincronizar la respiración al ritmo de los pies.
Se debe trabajar gradualmente en el entrenamiento de velocidad, para permitir que el cuerpo se adapte a las exigencias del entrenamiento.