El sprint es un tipo de ejercicio anaeróbico de alta intensidad que consiste en correr a máxima velocidad durante un breve intervalo de tiempo. A diferencia de otras actividades de resistencia sostenida, que son menos vigorosas y duran más, las carreras explosivas requieren un esfuerzo total en un corto periodo, generalmente de 10 a 30 segundos, lo que aumenta el consumo de oxígeno post-ejercicio, elevando el metabolismo durante horas, incluso después de haber dejado de entrenar. El EPOC es un proceso que necesita de mucha energía: el cuerpo utiliza las reservas de grasa para favorecer la recuperación debido al elevado nivel de exigencia al que ha sido sometido. Se trata, además, de un tipo de entrenamiento que favorece un entorno anabólico de manera natural, lo que facilitará el desarrollo de masa muscular. En otras palabras, la quema de grasa no solo ocurre durante el ejercicio, sino también después, de manera prolongada. En contraste, el ejercicio aeróbico de larga duración tiende a ser catabólico, es decir, promueve la destrucción de masa muscular debido a un incremento de hormonas como el cortisol mientras lo estamos realizando. Es por ello que vemos velocistas, de 100 o 200 metros lisos, con cuerpos muy musculados, mientras que los deportistas de media-larga distancia, como 10K o maratón, apenas tienen masa muscular.