Las estrategias de distribución abordan la planificación y ejecución de cómo un producto o servicio llega a los consumidores finales.
En esencia, buscan asegurar que los productos estén disponibles en el lugar correcto y en el momento adecuado, con el objetivo de satisfacer las necesidades del consumidor y mejorar la eficiencia operativa de la empresa.
El canal de distribución selectiva se encuentra a medio camino entre las estrategias intensiva y exclusiva.
Esta forma de distribución se basa en elegir cuidadosamente un número limitado de intermediarios para distribuir los productos en función del modelo de negocio.
En este caso, este tipo de distribución requiere de un análisis previo, en el que se determinará cuáles son los establecimientos y puntos de venta en los que conviene operar.
La distribución selectiva ofrece un gran número de beneficios, entre los que destaca: Mayor control sobre la marca: al limitar la distribución de un grupo selecto, la empresa puede ejercer un mayor control sobre cómo se presenta la marca y cómo se manejan los productos en el mercado.
Mejor representación en el punto de venta: al trabajar con intermediarios cuidadosamente seleccionados, la empresa puede asegurarse de que sus productos se presenten de manera más coherente y atractiva en los puntos de venta.
Distribución selectiva: en esta situación, se seleccionan con atención ciertos puntos de venta en ubicaciones específicas.
Estos puntos de venta suelen ser destinados a productos que demandan un nivel particular de servicio o asesoramiento, como electrodomésticos o artículos de alta gama.
Son varios los factores que debes observar antes de tomar la decisión definitiva.
Aquí te dejamos algunas de las cuestiones que debes plantearte previamente: Origen del producto o servicio: ¿se considera un producto de masas o un producto de nicho?
A través de las pautas proporcionadas en este post, puedes tener una visión clara de la estrategia que mejor se adapta a los productos o servicios que tu empresa ofrece.
Recuerda que una estrategia de distribución bien ajustada capacita a las empresas para ser más flexibles, eficientes y receptivas a las transformaciones en el entorno comercial.
Además, esto contribuye a que la empresa sea capaz de satisfacer las demandas del mercado y mantener una posición competitiva sólida.