Trabaja la fuerza muscular, la base de un buen sprint es una musculatura fuerte, especialmente en piernas, glúteos y core. Dedica una o dos sesiones por semana al entrenamiento de fuerza: sentadillas, zancadas, peso muerto y ejercicios de estabilidad serán tus aliados. Entrena con intervalos cortos e intensos, incluye en tus rutinas series de 10 a 20 segundos al máximo esfuerzo, seguidas de recuperaciones completas. Mejora tu cadencia y técnica de pedaleo, un sprint efectivo no solo es cuestión de fuerza, sino de técnica. Practica mantener una cadencia alta durante los sprints sin perder control ni eficiencia. Controla tu recuperación, el sprint es muy exigente para el sistema nervioso, no lo entrenes todos los días, una o dos sesiones semanales son suficientes si se hacen bien. Asegúrate de dormir lo suficiente, hidratarte y alimentarte adecuadamente para permitir que tu cuerpo asimile el trabajo. Usa el entrenamiento cruzado como apoyo, actividades como correr en cuesta, nadar o incluso ejercicios pliométricos pueden ayudarte a ganar explosividad y variar los estímulos sin sobrecargar la bici. Alternar entre sprint ciclismo indoor y outdoor te permitirá progresar más rápido, adaptarte a distintos escenarios y mantener la motivación alta durante todo el año.