El nacimiento de la selección y su estreno en un campeonato internacional en los JJOO de Amberes vienen a poner en evidencia que aquellos Juegos Olímpicos de 1920 marcaron un antes y un después en la historia del fútbol español y, por supuesto, de la selección.
Forjaron un estilo y una filosofía de juego propios, potenciaron al “balompié” como el deporte favorito de los aficionados del momento y dieron el pistoletazo de salida para la modernización del fútbol de la época que pasaría a estar caracterizado por el fin del amateurismo, la consolidación del profesionalismo y la transformación del fútbol en un espectáculo de masas seguido cada vez más ampliamente por los medios de comunicación de la época.
De aquellos JJOO de Amberes lo primero que surgió para la selección española fue un “mito fundacional” y, como consecuencia de este mito, una identidad, una forma de entender la manera, “a la española”, de jugar al fútbol.
Un “mito fundacional”, fuente de una identidad singular y diferenciada que sustentaba una idiosincrasia futbolística propia.
Amberes fue importante para la construcción de este mito no solo por lo que se consiguió, la plata olímpica, sino por cómo se obtuvo: con un derroche de esfuerzo personal y colectivo, superando, a base de entrega, numerosos obstáculos y haciendo un alarde de sacrificio en un contexto claramente adverso.