Manejar el contacto físico se relaciona directamente con la regulación emocional y la sensación de seguridad, ya que transmite apoyo, contención y protección inmediata, especialmente en momentos de angustia o ansiedad. El contacto físico disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que se traduce en una reducción de la ansiedad y una mejora del estado de ánimo. Un abrazo de al menos 20 segundos tiene efectos fisiológicos medibles. El contacto físico fortalece la comunicación emocional y promueve relaciones más sólidas, como se ve en parejas que se abrazan y besan con regularidad, quienes reportan mayor satisfacción y conexión emocional. Los gestos de afecto físico como los besos y abrazos son una forma sencilla, natural y poderosa de cuidar nuestra salud mental.
El contacto físico es esencial para los niños, ayudándoles a formar una autoestima sólida, desarrollar empatía y confianza, y a aprender a gestionar emociones desde temprana edad. La oxitocina, liberada durante el contacto físico, aumenta la confianza y la empatía, reduce los sentimientos de soledad y refuerza el apego emocional en relaciones importantes. El contacto físico estimula neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, relacionados con el placer y la felicidad, ayudando a combatir síntomas leves de depresión, aumentar la motivación y la energía emocional, y a generar sensaciones de bienestar inmediato.