La mentira se construye en orden cronológico para darle coherencia y así la memoriza el mentiroso. Es decir, el que miente necesita contar su historia desde el principio hasta el final, tal como la ha preparado en su cabeza. Pero cuando se trata de contar la verdad, las personas suelen hacerlo de forma más libre, con saltos en el tiempo, recuerdos que van de atrás hacia adelante o que mezclan distintos momentos. Se trata de lo que ella llama "la regla de los tres segundos", una especie de truco mental que, bien aplicado, puede revelar más de lo que imaginamos. Hay que pedirle que cuente la historia de atrás hacia adelante, es decir, empezando por el final. Algo que parece sencillo, pero que en realidad no lo es tanto si se trata de una mentira. Y es que si lo que ha dicho es una invención, el orden inverso desarma toda la estructura mental que la persona ha construido. Así, tal y como explica esta psicóloga, aparecen las dudas, las contradicciones o directamente la incapacidad de seguir el relato con naturalidad. En cambio, si lo que se cuenta es cierto, aunque pueda haber vacíos o momentos confusos, lo más probable es que la persona sea capaz de reconstruir lo ocurrido sin tanto esfuerzo. Veremos que la persona tiene muchas dificultades para hacerlo o tiene ciertas incoherencias y ahí le pillaremos la mentira.