La boya monitorea distintos parámetros meteorológicos, como velocidad y dirección del viento, temperatura, humedad, presión y radiación solar.
También tiene sensores que miden la calidad del agua.
Por ejemplo, se puede conocer su temperatura y su composición.
Además, buscamos saber la concentración de sedimentos en suspensión, la turbidez del agua.
Y, con un sensor de presión, podemos conocer cuál es la profundidad que tiene la laguna en todo momento y medir simultáneamente la olas.
No es sólo conocer los datos meteorológicos, sino que su importancia se basa en que se puede acceder a información sobre la calidad del agua.
La cantidad de sensores que se le pueden incluir a una EMAC es ilimitada.
La principal ventaja de estos sistemas es que son totalmente modulares.
Para el desarrollo de cada boya, se tienen en cuenta las características y dificultades que presenta el lugar donde se va a instalar.
Los sensores comerciales vienen armados con un paquete cerrado y a veces son muy difíciles de adaptar a las condiciones de cada lugar.
En cambio, nuestros equipos son totalmente modulares, se pueden poner en cualquier lado y de cualquier forma.
Necesitábamos tener una red muy grande de sensores, pero comprarlos era algo imposible por los altos costos.
Entonces, decidimos que era mucho más sencillo construirlos nosotros mismos.
En la actualidad, tenemos un número muy significativo de sensores propios, que comercialmente tienen costos inferiores a todos los que existen en el mercado.
Por ese motivo, ya se exportaron dos a Uruguay y otra próximamente, a Brasil.
La primera boya de este tipo en el país fue instalada en la laguna Sauce Grande, ubicada en el partido de Monte Hermoso, provincia de Buenos Aires.
También, es la primera en Sudamérica y forma parte de la red internacional Global Lake Environmental Observation Network (GLEON), una red que cuenta con 34 boyas ancladas en lagos de todo el mundo.
Además, “también le vamos a agregar a la boya un sensor para medir clorofila y otro para calcular el oxígeno disuelto.
Ambos son parámetros claves: uno determina indirectamente la cantidad de fitoplancton en el ambiente y, el otro, cuán oxigenado está el sistema.
Cuanto más oxígeno tenga la laguna, mayor probabilidad de subsistencia para los peces y otros animales que habitan allí”.
La boya funciona como una estación meteorológica en el agua y sirve para conocer datos válidos de todo tipo, sin errores, como los que se toman desde la costa, y brinda información clave para pescadores o, por ejemplo, para saber cuándo comienza el florecimiento de las algas, uno de los problemas en los espejos de agua para consumo humano.
Los sensores captan todos los parámetros ambientales cada cinco minutos y esa información es actualizada cada media hora y puede consultarse a través de Internet, en la página web http://emac.criba.edu.ar.