La señal de la cruz es una manifestación de devoción y respeto hacia Dios, quien, según la creencia católica, reside en los templos a través del Santísimo Sacramento del Altar.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en el numeral 2157, destaca que el cristiano comienza su jornada, sus oraciones y sus acciones con la señal de la cruz: ‘En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
“El bautizado consagra la jornada a la gloria de Dios e invoca la gracia del Señor que le permite actuar en el Espíritu como hijo del Padre.
La señal de la cruz nos fortalece en las tentaciones y en las dificultades”, dicen.
“Este acto ritual sirve como recordatorio de la fe en Cristo, quien sacrificó su vida en la cruz por la redención de la humanidad.
Al realizar la señal de la cruz, los católicos reconocen su identidad como hijos de Dios y buscan su protección a través del misterio de la Santísima Trinidad”, asegura el portal Catholic.net.
Para los católicos, la cruz no es simplemente un símbolo de muerte, sino de salvación.
Es vista como la llave para acceder al reino de dios, tal como lo expresó Jesús: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga”.
La señal de la cruz y el acto de persignarse son, por lo tanto, recordatorios de un compromiso total y ferviente con Jesús.
Aunque fuera de la misa y las oraciones no es estrictamente obligatorio realizar la señal de la cruz, su práctica es considerada beneficiosa para mantener la coherencia entre la fe y la vida cotidiana.