La expresión “tener las defensas bajas” hace referencia a un estado debilitado del sistema inmunológico.
Ante esta situación, aumenta la vulnerabilidad del cuerpo frente a infecciones.
Un estado de nutrición deficiente compromete los mecanismos de defensa del organismo.
La pérdida de masa muscular se ha asociado a mayor susceptibilidad de padecer diferentes enfermedades.
Se puede fortalecer el sistema inmune y mejorar las defensas con una dieta equilibrada.
Cobran importancia micronutrientes como las vitaminas A, C y D, algunas vitaminas del grupo B, el zinc y el selenio.
La falta de sueño se ha asociado a la debilitación de la respuesta inmunitaria y a la reducción de la producción de anticuerpos.
Abusar de algunos fármacos como los antibióticos, puede alterar nuestra respuesta inmune.
El ayuno promueve la regeneración celular (autofagia) y reduce indicadores de inflamación.
La autofagia comporta múltiples beneficios para nuestra salud, entre ellos, el de combatir patógenos invasores.
Exponerse al sol de 5 a 15 minutos diarios para conseguir unos niveles adecuados de vitamina D.
El déficit de vitamina D está asociado con un mayor riesgo de varias enfermedades, ya que esta vitamina está implicada en el correcto desarrollo de los linfocitos T.
En situaciones de defensas bajas se podrán establecer diferentes estrategias de inmunoterapia.