En 1885 la Asociación de Natación de Gran Bretaña reconoció oficialmente el juego como deporte, dándole el nuevo nombre de “polo acuático” (water polo).
No fue hasta el año 1900, cuando fue introducido en los Juegos Olímpicos de París (inicialmente solo para los hombres), cuando empezó a ganar fama internacional.
A pesar de su expansión internacional, el waterpolo fue durante mucho tiempo un deporte exclusivamente masculino, al menos a nivel competitivo.
La primera competición internacional femenina no se celebró hasta 1978, y solo en el año 2000 los equipos femeninos pudieron participar en unos Juegos Olímpicos: en buena parte fue gracias a la presión del equipo femenino australiano, que además fue el primero en obtener una medalla de oro para su país.