Las estrategias competitivas se pueden dividir en ofensivas y defensivas.
Las empresas que persiguen estrategias ofensivas se dirigen directamente a los competidores de los que desean capturar participación de mercado.
En contraste, las estrategias defensivas se utilizan para desalentar o revertir una estrategia ofensiva por parte del competidor.
Hay varias formas en que una empresa puede seguir ESTRATEGIAS OFENSIVAS:
Ataque directo: puede reducir los precios, introducir nuevas características, lanzar anuncios de comparación desfavorables para la competencia o perseguir partes del mercado que la competencia ha servido mal.
Para las empresas más pequeñas, tales estrategias pueden ir acompañadas de campañas de marketing de guerrilla de bajo costo diseñadas para atraer la atención.
Fin de carrera: las empresas pueden evitar la competencia directa pero aun así perseguir un ataque ofensivo entrando en mercados desocupados o países que han sido completamente ignorados por el resto de la industria.
La primera compañía en un mercado gana una posición desde la cual los participantes posteriores no pueden desplazarla.
La adquisición de una empresa en un mercado extranjero también puede traer consigo una posición en el mercado, cobertura geográfica y relaciones establecidas.
Aun así, dicha estrategia es compleja y costosa, y no debe llevarse a cabo a menos que se demuestre que está contribuyendo a los resultados de la empresa.
También puede entrar en conflicto con la legislación local competitiva o antimonopolio.
Por otro lado, también hay una serie de ESTRATEGIAS DEFENSIVAS que los gerentes pueden adoptar para desviar los ataques de los competidores.
Exclusión: Una forma de defender una posición es establecer acuerdos exclusivos con proveedores clave en el mercado.
Precios: una estrategia simple es hacer coincidir los recortes de precios de la competencia con descuentos similares, siempre que la guerra de precios no se salga de control y arruine a ambas partes.
Características: Agregar nuevas características o capacidades puede ser una forma positiva y atractiva de contrarrestar un desafío competitivo.
Servicio: una empresa puede responder a los recortes de precios de la competencia o las nuevas características haciendo hincapié en el servicio posventa o las garantías, demostrando implícitamente que se destaca por la superioridad de sus productos.
Publicidad: una campaña pública fuerte que demuestre compromiso con el mercado, confianza en los productos o disposición para enfrentar el desafío de la competencia.
Contraparte: las empresas responden a un ataque en su propio mercado por parte de un competidor extranjero entrando en el mercado local del competidor.
Existe la posibilidad de seguir estrategias a nivel corporativo que se centren en obtener la mejor combinación de productos y mercados dada la naturaleza de la competencia.
Los gerentes internacionales deben permanecer sensibles a las diferencias regionales y las variaciones locales, desarrollando estrategias personalizadas a las circunstancias específicas de cada país en el que operan.
En última instancia, la elección de una estrategia dependerá del análisis país por país.