Los mecanismos de defensa son procesos psicológicos automáticos que funcionan de manera inconsciente y ayudan a la persona a gestionar pensamientos, sentimientos y deseos que resultan demasiado difíciles de enfrentar directamente.
Estos mecanismos son esenciales para mantener la estabilidad emocional y el bienestar psicológico, y operan principalmente en el yo, ayudando a manejar los conflictos entre las demandas del ello y las restricciones del superyó.
Algunos ejemplos de tipos de mecanismos de defensa son la represión de recuerdos dolorosos para no tener que enfrentarse a ellos conscientemente, o la racionalización de un comportamiento inaceptable, encontrando explicaciones lógicas que lo hagan más aceptable.
Existen varios tipos de mecanismos de defensa según Freud, pero algunos de los más comunes son la represión, la negación, la proyección, la racionalización, el desplazamiento y la sublimación.
La represión implica empujar pensamientos, sentimientos y deseos dolorosos o inaceptables fuera de la conciencia.
La negación implica rechazar la realidad de una situación porque es demasiado dolorosa o amenazante para aceptarla.
La proyección consiste en atribuir a otros nuestros propios sentimientos, pensamientos o impulsos inaceptables.
La racionalización es la creación de explicaciones lógicas o aceptables para comportamientos o sentimientos que de otro modo serían inaceptables.
El desplazamiento implica redirigir los sentimientos o respuestas emocionales de un objeto que causa ansiedad a un sustituto más seguro o aceptable.
La sublimación es la transformación de impulsos o sentimientos inaceptables en actividades socialmente aceptables y constructivas.