Nuestro tiempo en parte nos lo roban, en parte nos lo quitan, y el que nos queda, lo perdemos sin darnos cuenta.
No quiero perderme, no debo perderme.
Intento, como siempre, darle la vuelta a esta reflexión, para transformarla en un pensamiento optimista y positivo: “Estás aprendiendo, creciendo profesionalmente… te convertirás en alguien mejor”.
Pero ¿y si eso no sucede?
¿Y si pierdo la esencia y el motivo de ser y estar?
El error en la gestión del tiempo conlleva mayor dificultad para valorar y diferenciar lo urgente de lo demorable, lo importante de lo banal, debilitando la firmeza de nuestras metas e incluso haciéndonos dudar sobre nuestra propia capacidad como gestores.
El tener un objetivo claro y alcanzable, con unas líneas de trabajo definidas es lo que nos conducirá a obtener resultados, y sólo si conocemos bien nuestro objetivo, sabremos identificarlo cuando lleguemos a él.
Nuestro tiempo abarca nuestra vida y nuestras acciones.
No podemos dejar que nos lo roben y, sobre todo, no debemos permitirnos el perderlo.